Gracias por vuestra atención.

La curiosidad

1.

De nuevo me encuentro en este viejo callejón sin salida, como siempre hay el viejo del bar de la esquina, obviamente con el palillo en la boca, luego está la mujer en el suelo, muerta de hambre con cara pálida y se tapa con una blusa oscura rota y sucia encontrada entre los escombros, tiene frío, pero aún así, se mantiene con una mano al descubierto aguantando un cacho de caja mal arrancado en el que se encuentra escrito un conjunto de palabras en el cual dice que tiene hambre y frío, y pide por favor, si alguien le podría dar una moneda para poder comprarse algo con el que alimentarse. Seguidamente esta el hombre "sin rostro". Lleva un gorro negro con unas gafas de sol, "aunque no lo haga", con una gabardina marrón muy oscura que le cubre desde el cuello hasta un poco más abajo de la cintura y sus tejanos ceñidos, obviamente, de negro en el cual de los bolsillos, cuelgan unas grandes cadenas que hacen ruido al caminar conjuntando con sus botas con espuelas, y al otro lado del callejón una réplica de él, como si fueran un espejo a diferencia de que uno lleva los cabellos largos y el otro, se desconoce si tiene el pelo o no debajo de su gorro. Pero a todo eso, no hay miembro que se acerque al final del callejón, donde desde lejos, se puede observar una puerta abierta, una puerta de madera antigua, gastada y corcada con cristal dibujando un circulo al medio, a la altura de la cabeza. Entonces viene la duda, ¿que habrá en el fondo de la calle? ¿Quién habitará, si es que vive alguien, en aquella casa? ¿Por qué nunca nadie había visto que una persona llegase hasta el final del callejón o no? Si vive alguien ¿cómo se lo hace para sobrevivir o pasar desapercibido sin que nadie lo vea? Son muchas preguntas que vienen en mente de cualquiera en todo momento, incluso al irse a dormir, te vienen dudas que se podrían resolver simplemente yendo hasta allí. Pero ir hacia allí ¿sería arriesgado? Acababa un día y otro, así sucesivamente, como acostumbra a pasar en todo, es lo que tiene el tiempo, pero en aquella fría calle, las horas parecían ir más lentas, las agujas del reloj parecían no moverse y todos tenían dudas semejantes en la cabeza aunque nunca se había oído nunca hablar de ella, y eso, creaba otra duda: -¿Lo comento con alguien? ¿Alguien sabrá si habita alguien o no, y por qué nadie va hasta el fondo de la calle?

2.

Es sábado, son las tres y media, de nuevo, me despierto como siempre, envuelto en sudor en medio de una fría noche, me tapo con mis sabanas pensando que, de nuevo, podré entrar en calor y dormirme, pero no, no es así, las sabanas están empapadas de arriba abajo. Decido levantarme, me dirijo a la cocina para calmar mi sed cuando de repente, una gota fría baja por toda mi espalda provocándome un escalofrío y a la vez me viene en mente aquella casa, aquella puerta, aquel cacho de calle que nadie pisa, ¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa? Me asomo a la ventana y observo hasta que punto había visto a una persona llegar en aquella calle. Lo más lejos que se había visto llegar a alguien es la vecina al cual no sabía su nombre real, pero todo el mundo le llama “La Dame”. Ella es una mujer de mala vida, se la gana trayendo a casa gente que le paga mientras ella calienta la cama. Es una mujer muy simpática con la gente del barrio, pero a la hora de traer a alguien en casa no habla con nadie. Es una mujer bella, morena de mediana estatura y tiene las curvas bien dibujadas, a más, su manera de vestir define y da a conocer parte de su cuerpo. Siempre va con una pequeña chaqueta abierta de delante mostrando sus camisetas escotadas, tan escotadas que puedes observar parte de su colección de sujetadores modernos que tiene. Su barriga queda al descubierto y seguidamente, unos tres o cuatro dedos más abajo de su pequeño ombligo, lleva una minifalda apretada de cuero, unas medias de rejillas negras y para acabar de dibujar su figura casi perfecta es complementado por sus largos tacones negros de punta. La puerta de su casa es la última antes de llegar en aquel final oscuro. Hiendo ya en la cama, regresando de la cocina, se me ocurre ponerme las bambas, abrigarme y bajar a la calle para entrar en aquella casa, ganaría unas respuestas para mis dudas, y podría hablar con el vecindario informando de la situación, finalmente me estiro en la cama pensando que mañana será otro día y me viene el sueño poco a poco envuelto de dudas y preguntas que, de momento, no tienen respuesta. De repente un ruido extremadamente fuerte rompe con mi somnolencia interrumpiendo bruscamente mi pesadez del cuerpo, abro los ojos me levanto, y me asomo a la ventana y sorprendentemente observo una figura humana al lado de aquella puerta, pero con pocos segundos, se va desplumando poco a poco hacía caer en el suelo creando un charco rojo oscuro, pero nadie se atrevió ir hacia allí, nadie decidió ir a observar lo ocurrido. Me fui a dormir.
A la mañana nos reunimos todos los vecinos y de lejos observábamos la persona. En el recuento de vecindario nos falto a una persona, era ella, la que ayer estaba junto nosotros comentando sobre sucesos y comentando historias de otra gente mientras reíamos todos juntos, había sido asesinada.

3.

Entre la multitud y la oscuridad de la madrugada en una calle poco iluminada de por sí, estábamos todos alterados hablando y preguntándonos de los sucedido, ¿Qué ha pasado? ¿Cómo? ¿Por qué ha sido asesinada? A todo eso, el misterioso hombre de negro y su réplica comento de llamar a la policía, pero al mirar de nuevo el lugar de los hechos, el cuerpo había desaparecido, como si se hubiera fundido, solo quedaba un enorme charco de sangre derramada por la Dame, no quedaba nada más. Por este suceso totalmente extraño y inquietador todos los vecinos decidieron no decir nada, como si todo esto no hubiese pasado.
Me sorprendió la ridícula forma de arreglar las cosas por los vecinos, solo ellos dos querían avisar a la policía igualmente, aquello era irreal, no era normal. ¿Cómo era posible que un cuerpo desapareciera sin más? ¿A dónde estaba colocado este cuerpo? Me fui a casa indignado por la reacción inadecuada que habían tomado los habitantes de la calle, sorprendido porque pensé: ¿Y si hay un siguiente? ¿Y si ella no era el objetivo al cual el asesino suelto estaba buscando?
Son las diez de la mañana y aún no tengo palabras para poder describir lo sucedido y lo que siento ahora mismo. La sangre se me ha congelado, tengo el cuerpo completamente helado. No estoy acostumbrado a ver una persona tendida y muerta en el suelo. No estoy acostumbrado a tener una persona un día tan cercana, y otro tan lejana, pero en el aspecto físico, no tengo ni idea de donde se encuentra. Estoy solo en eso, nadie quiere hablar de ello, ¿nadie ha visto lo que yo? Pues ya que nadie pretende saber si estamos en peligro o no, si hay algo realmente del que preocuparse o no, decido pensar en cómo introducirme en aquella casa, aunque, la noche es joven, cuando de repente las luces se van y veo que la línea telefónica tampoco está disponible. Salgo a la calle y encuentro de nuevo a los vecinos comentando que nadie en aquella calle dispone de ni electricidad ni de teléfono y observamos al fin de la calle una pintada en la pared, un comentario que dice: ¡No piséis mi tierra e ignorad todo lo sucedido si no queréis ser desterrados!
Al fin, se hace de noche, son las doce y decido actuar, lo tengo decidido, pienso introducirme en aquella maldita casa, pienso andar por aquel cacho de calle que nadie había atrevido pisar.
Salgo a la calle, hace frio, mucho frio, llueve con fuerza, aun así estoy decidido mirándome la maldita puerta, se ha ajustado un poco, obviamente, con este fuerte viento y decido abrirla, me quedo completamente parado observando el interior de aquella desconocida casa y me introduzco en ella.

Continuará…